17.12.09

te deseo...


de victor Hugo

Te deseo primero que ames y que,
Amando, también seas amado.

Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
Y que después de olvidar no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es,
Sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos y que,
Incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles,
Y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.
Y porque la vida es así, te deseo también que tengas
Enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta para que,
Algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.
Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo,
Para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil, mas no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede nada más,
Esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.
Igualmente te deseo que seas tolerante;
No con los que se equivocan poco, porque eso es fácil,
Sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente,
Y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
Sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa,
Y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
Y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
Y es necesario dejar que fluyan entre nosotros
.
Te deseo de paso que seas triste,
No todo el año sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena,
Que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima,
Por encima y a pesar de todo, que existen
Y que te rodean seres oprimidos
Tratados con injusticia, y personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro
Y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal,
Porque de esta manera te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
Por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento,
Para que descubras de cuántas vidas está hecha un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
Porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año pongas algo
De ese dinero enfrente de ti y digas: 'Esto es mío',
Sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera
Pero que, si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte
Y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer,
Y que, siendo mujer, tengas un buen hombre

Mañana y al día siguiente, y que cuando estéis exhaustos
Y sonrientes, aún sobre amor para empezar de nuevo.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
No tengo nada más que desearte

6.12.09

La madre voluptuosa


La madre voluptuosa “sólo ella enseña a sus hijos a gozar del amor”

Ariel Arango

Cap. VII – punto III

La dulce melancolía o el placer en el dolor surge cuando se pierde a la madre puta. La pérdida como tal, sin embargo, sólo debería provocar tristeza, pero la natural respuesta del niño, y como un niño actuó Voldemar, hace que un impropio sentimiento de dulzura acompañe. Un hombre abandonaría rabioso, a la hembra que no quiere coger, y entonces la tristeza ser vería mitigada por el odio, ya que la pena y la ira no comparten el mismo lugar. Pero el pequeño no está en condiciones de adoptar una actitud tan enérgica y, débil e indefenso, permanece al lado de la mujer que lo frustra. Continúa pasivamente adherido a una madre que ya no es más puta sino virgen, y de ese modo sigue amando a quien ahora, lo aflige. Así es como la tristeza se enlaza con el amor. La dolce malinconía aparece cuando amamos a quien nos hace sufrir. Es un desenlace tan repetido como perverso…

(…)

La dulce melancolía es un atributo de todos los amantes de la madre virgen, porque aquellos que renuncian a la sana voluptuosidad del coger no tienen otra alterantiva que la morbosa voluptuosidad del dolor. La negación del cuerpo, enseña el filósofo Nietzsche (1844-1900) es el camino de la gazmoñería, y la gazmoñería es el camino de la perversión.

17.11.09

¿Qué busca un Hombre en una Mujer? ¿Qué busca una Mujer en un Hombre?


Un desesperante vacío erótico
Por Dr. Juan Carlos Kusnetzoff

Entra en escena una nueva variante del triángulo amoroso:
la mujer, el hombre… y el pene.
Rendirle culto a los genitales vacía de contenido el acto sexual.
Aquí, un análisis al palo.

¿Qué busca un Hombre en una Mujer? ¿Qué busca una Mujer en un Hombre?

Es difícil decirlo y es difícil especificar la respuesta. Hay diferencias en cuanto a la edad, diferencias en las épocas y diferencias en las distintas culturas.
(…) El universo de población, tanto hombres como mujeres, porta una “tarjeta de presentación” llamada “queja” que acostumbra a ser un problema disfuncional sexual. Si se quiere ser más explícito, alcanza solo al ámbito genital: o falta de erección, o eyaculación precoz, o dificultades orgásmicas en las mujeres. Menos frecuente como “queja” inicial es la falta de deseo o impedimento por dolor al tener relaciones sexuales. Nadie hace una consulta porque “no consigue pareja”, o porque “estoy sola”.(…).
Hecha esa salvedad, tengo que subrayar que ambos, hombres y mujeres, se quejan de falta de erotismo. Tengo que aclarar: la queja principal es puntal y focalizada. Hay falta total o parcial de orgasmo, o hay falta total o parcial de erección. Sin embargo, con que se avance un poco en el interrogatorio y en el conocimiento de la intimidad, podremos darnos cuenta del desesperante vacío existente en la pareja misma y en cada uno de sus componentes. ¿Qué busca un hombre en una mujer?: habitualmente una “transfusión” de ternura “envasada” en un erotismo que le hago, poner el pene en ángulo agudo y en rigidez durante mucho tiempo.
¿Qué busca una mujer en un hombre?: que la toque, que la bese, que le “esculpa” el cuerpo entero con sus dedos; en definitiva, que el cuerpo de ella, sea como un enorme pene para él y se erecte.
Pero...¿qué ocurre en realidad? Un hombre, a la espera de la “transfusión” antes comentada, se la pasa observando el funcionamiento de su órgano viril; todo lo demás suele desaparecer. En la cama hay tres: un hombre, una mujer y... el pene. El hombre suele elegir quedarse con el pene, dejando excluida a la mujer, quien acaba reclamando desde la soledad, desde el hambre de caricias insatisfecho, desde la frialdad de la piel y del alma. Una mujer, a la espera de ser depositaria de las ansiedades eróticas del compañero, comprueba, dolorosamente, ser traicionada por un competidor inesperado: el pene. El hombre finalmente ama su pene, sintiéndose ella apenas como un instrumento y no como una finalidad en sí misma.
Por lo tanto, según mi modo de ver predominantemente clínico, un hombre no busca otra cosa en la mujer, que una excusa para poder gozar de su propio pene erecto. Y una mujer no busca otra cosa en un hombre, que le descubra su piel fláccida y se la transforme en un pene en plena erección.
Quizá – y solo como idea hipotética – podamos ver allí, las diferencias... Los hombres buscando juventudes esbeltas, estéticamente deseables, durezas que asemejan capacidades eréctiles a ser alcanzadas y las mujeres, buscando símbolos de poder como el dinero, que eso si es posible de obtener ya que brazos que contengan, dedos que acaricien, o labios que mojen las pieles, se encuentran en franca carencia.
Como se ve, un desesperante vacío erótico significativo, motivo de desencuentros, malos entendidos, rencores interminables y adjudicaciones de diagnósticos usados como armas, tales como: “impotente”, “frígida”, etc. Hombres y mujeres post-modernos, “hacen el amor” como un eufemismo. En realidad comparten dos modos diferentes de una misma soledad, un vacío que se encuentra bastante más allá de los orificios y de las anatomías que supuestamente los puedan llenar.
Sé que lo antedicho no explica todo, y creo que el todo se construye con fragmentos de diferentes verdades, no obstante, muestra un hecho fuerte: los hombres y las mujeres pueden colocar avisos en los diarios o revistas, pueden vestirse con ropas lujosas y oler el último perfume francés. Pero a la “hora de la verdad”, se terminan los símbolos de status, se terminan los coches último modelo, y se terminan las ropas exclusivas de cuatro cifras. Ha llegado la hora de la piel y de las mucosas, del calor y de las humedades. Se terminan las palabras y aparecen las interjecciones, finalizan las promesas y emergen los instantes. Es la hora de sentir que la vida misma está erecta.

http://www.inconciente.com/anteriores/C01/eldesesperante.html

20.10.09

el valor del anillo


-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no hago nada bien, que soy torpe, nadie me quiere… ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro le dijo: “Cuánto lo siento muchacho! Ahora no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizá después…” y haciendo una pausa agregó: “Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y tal vez después pueda ayudarte”.

-Ehh… encantado maestro -titubeó el joven-, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-Bien!, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba puesto en el dedo pequeño de la mano izquierda y se lo dio al muchacho diciendo: “Toma el caballo que está ahí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa lo más rápido que puedas”.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara, hasta que un viejito se tomó la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

Después de ofrecer su joya a todo el que se cruzaba en su camino, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Entró a la habitación donde estaba el maestro, y le dijo:

-Maestro, lo siento pero no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que pueda engañar a nadie respecto al verdadero valor del anillo.

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro - Debemos primero saber el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. Quién mejor que él para saberlo. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te daría por él. No importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

Llegó a la joyería, el joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó, y luego dijo:

-Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
-58 monedas?! - exclamó el joven.
-Sí, replicó el joyero - Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…

El joven corrió entonces emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate, dijo el maestro después de escucharlo. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en su dedo…

7.10.09

casi a mis 40 y tantos...


7 de octubre de 2009 faltan 5 días para mi cumple. Resumen del año: Facultad stand by. Amor stand by. Amigos en alza (y alzados en espera por qué no? jajaja). Soy madre gata. Hice un curso de imagen. Comencé hoy un taller de escritura. Preparo mi fiesta de cumple compartida con amigos nuevos y los de siempre. Mis ahijados hermosos. Hoy, ahora, cansada pero en paz.


gráfico extraído de http://julietaarroquy.blogspot.com/

23.6.09

deseo de mitad de año...

Deseo que en mi casa haya
una mujer* razonable,
un gato deslizándose entre los libros,
y amigos en todas las épocas,
sin los cuales no puedo vivir.

Guillaume Apollinaire (1880-1918)

* en mi caso un hombre.

25.5.09

un sujeto con deseos...

-Rodolfo, excepto dos o tres necesidades básicas que son inevitables para sostener la vida orgánica, como respirar por ejemplo, el hombre no es, como los animales, un ser con necesidades sino un sujeto con deseos (…) Esto es tan así que si alguien entra en un restaurante y no hay exactamente lo que quiere, se levanta y se va a otro. Porque lo que está en juego no es la necesidad sino el deseo de algo.

- Ella también dice que me ama y que no podría vivir sin mí.
- (...)Hace un tiempo hablamos de la diferencia entre el deseo y la necesidad. ¿Te acordás?
- Sí.
- (...)El amor sano no implica que alguien no "pueda" vivir sin el otro, porque eso sería patológico. Implica que no "quiere" vivir sin el otro aunque pueda, que "desea" estar a su lado porque con esa persona su vida es más plena que sin ella.

Grabriel Rolón – Palabras cruzadas – Ed. Planeta